miércoles, 13 de marzo de 2013

ÚLTIMO ESCRITO.





Escribo, sí…
Te escribo sin estar en mí,
apenas, un cuerpo en  carnes sin alma,
a nada, solo la ilusión en niñez de ser invisible...


Presiono las letras haciendo hendidura,
lastimando la inocencia virgen del papel,
oliendo la sangre negra de la tinta;
castigando los dedos, agarrotados,
morados, sumisos podridos de una gramática
ya sin sentido e inerte.


Marcharon con el tiempo los ecos limpios de la palabra amor,
el azul de las arterias, ocupadas en fogosos impulsos alterados.
Ya no existe  el aroma del café, la sonrisa cómplice y sincera
de las mañanas embriagadas en ternura.

Ahora, ya desvanecido tú nombre,
muertas están aquellas rosas con espinas y sin cortar,
anuncio tétrico de una ausencia,
haciendo desprecio a la vida,
con ese yo más…Que no volverá.


Escribo, sí,
hago sangre y no duele,
heridas que jamás cerrarán, gangrena,
como amnistía para unos pensamientos fugaces.


Escribo, sabiéndome el tallo que vivía en la húmeda tierra,
ayer frondoso, verde lumínico, sostén de tus rosas blancas;
hoy, sin tu nombre, seco, apocado, tan muerto…

He conseguido ser invisible,
no existo amor…  


*José Manuel Salinas*

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