¿Acaso no oyes los gritos del cristal
empapados en gotas de lluvia?
Ventana vieja, cristal doblado,
años de servicio y penuria, agotados…
Lágrimas que lentas descienden
al confín de lo así mandado,
húmedas silenciosas, dóciles en su caída
cargadas de lo efímero por bueno, rebosantes de lo enfermo…
Corta en vida, haciendo viejos es la tormenta
de unas nubes en pasajero espejismo,
truenos, centellas, sombras en busca de algún cobijo.
Negras azabaches o brillantes diamantes, cual humo…
Llora el cristal empático del sufrimiento humano,
dobla la ventana entera por el dolor corrosivo
débiles son ahora los gritos, apenas susurros en castigo
arropados en invisible unión junto a las gotas que caen
cándidas del cielo…
*José Manuel Salinas*
D.R.
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