martes, 20 de marzo de 2012

EL DESVÁN DE UNA VIDA








He llegado con más tiras que aflojas
Al desván donde sin usar,  todo es valido.
Exhausto como el alpinista de mosqueton pesado
Gran sabedor de hendiduras en riscos, de
Falsos granitos, de nombre caliza…

Ahogado de resuello, manos temblorosas,
Porosa la garganta de pescuezo sudado,
En un pedir agua que calme la sequedad
De este cuerpo, por mí maltratado…

Sentado estoy en el taburete de tres patas,
Mis ojos aun nublados, se posan en la inexistente ventana,
De cuadro azul, sucio, descolgado, apenas recordado,
Rancio hilo de pita que sujeta lo que fue mi ayer…

Desgracia de un tiempo en pasado,
Cuando era  capitán de mis sentidos
Dueño de la proa, de la popa señor absoluto,
Donde mis palabras tenían sentido y seguro cobijo…

Olas grandes de crestas blancas,
Marejadas también de mojar tobillos.
Todo era mar azul, sentido, comprometido.
En veces traicionero, indomable,
Otros tan bendito, sustento de preciado alimento…

Así era mi mar, mi cuerpo, el capitán.
Lleno de sol, de atardeceres en color,
Almidonadas sábanas compañeras de ilusión,
Calor emparejado, sensaciones de dos…

En este desván de soledad, lleno de usados,
Donde el tiempo vivido es uno más,
La claridad es apenas un suspiro agónico.
Un intento de sobrevivir a este recuerdo,
De una despensa  ayer vacía y todavía por llenar…


*José Manuel Salinas*
         D.R.

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